¿Qué hace que un hombre abrace con tanto rigor y pasión la causa de su vida? La historia familiar, la tradición, puede ser un motivo muy potente en la vida de una persona. Muchos pensarán que soy un personaje extraído de una novela de Tolstoi, pero no es así. Nicolás Koriolov Demianenko, “el Capitán Nico” me dicen. Ruso de nacimiento, chileno por convicción.
Una vez que nos trasladamos a Chile, siempre tuve claro que el empeño de mi vida sería refrenar, desde el Estado, todo espíritu de disenso en la sociedad civil. Puedo decir sin ambages que lo llevo en la sangre, en los genes. Soy capaz de captar, de olfatear en el aire cuando un individuo presenta algún síntoma de descontento, cuando tiene el alma atormentada y se reíste a su suerte. Lo noto en sus ojos, su vestimenta, la forma como camina, y me digo:”Este tipo es un alborotador, más aún, un subversivo en potencia.”
“Los cuentos del antipoder”, de Gonzalo Bizama. Ediciones Oblicuas
Bajo los tilos
Lo supe.
Aunque sucediera el hielo
y enmudecieran las estaciones.
En esa avenida de mi alma
el cielo siempre será un aplauso de hojas
con nuestras manos juntas, como besándose,
temiendo quizá perder un sueño
si aflojan ese abrazo inadvertido.
Eso es el poema:
preservado momento;
siempre rebrotando
incombustible,
aguardándote.
Reconstruyéndose en cada futuro.
Deconstruyéndose en cada sonido.
Como ambos entonces, en aquel junio
sincero, fresco, paseando en silencio,
cogidos de la mano,
bajo los tilos.
La letra perdida, de Fernando López Guisado. Ediciones Vitruvio
El sol se pondría pronto. Los dos templarios se echaron a volar dirección norte. Surcaban los invernales aires helados típicos de aquella época del año a finales de la Estación de las Tormentas. Montado en aquella maravilla alada, la noche pasó fugaz ante los ojos del joven Antígonos.
Bajo el suave plumaje sentía la presencia de los músculos poderosos del ave. Los halcones seguían un rumbo invisible trazado a través del manto oscuro de la noche. ¿Cómo se guiaban atravesando el cielo? ¿Seguirían el rumbo de las estrellas?
Fragmento de la novela “Siempre amanece por Oriente”, Volumen I de “La alianza de los tres soles” de Roberto Alhambra. Editorial Ilarión.
«Al igual que toda Italia, debo a mi abuelo Cóssimo la preocupación por la cultura, el arte, el conocimiento y todo lo que tenga que ver con la erudición en general. Con mucha imaginación y valentía nos liberamos así de la prisión del miedo y la obscuridad.
Cuando asumí el control del estado, pocos me otorgaban posibilidades de lograr mis objetivos, y tuve que combatir fuertemente a mis adversarios, especialmente a los Pazzi.
Cóssimo nos enseñó a reordenar la realidad, a anteponer la belleza ante todas las cosas y contribuyó grandemente a crear un nuevo mundo a partir de la cultura. Merece que haga mención que prácticamente todos los que estudiaban en nuestros jardines llegaron a ser excelentes artistas, porque no solo es necesario saber distinguirlos sino también recompensar sus aptitudes. Apoyábamos sus creaciones aun a riesgo de que en un principio parecieran feas y carentes de todo arte. Seguramente algunas de ellas pervivirán durante años.
Un viejo amigo me preguntó el otro día:
—- Lorenzo, ¿te arrepientes de algo en todo este tiempo?
—- De nada, carísimo amigo –le respondí–. Habría dado la vida por más belleza y menos poder.
Fragmento del capítulo Rinascita (Renacimiento) de Los Cuentos del Antipoder, de Gonzalo Bizama. Ediciones Oblicuas.
Dentro de su cuerpo solo había arena
Cimbreante y desnuda entre sus brazos,
se dejaba llevar por las aguas turbulentas
que devora el amargo desencanto de los días.
En el constante tintinear de una promesa
vomita esquirlas la luz ceniza del espejo.
Se buscan ciegas las sombras
y en el temblor de las manos
el roce de unos labios
roe con avaricia el corazón.
Todo se engulle en un bocado.
Y deshilachada en sangre
se queda a jirones su piel sobre la tarde.
Dentro de su cuerpo solo había arena,
arena mojada apurando los últimos segundos de su reloj.
Julia San Miguel
Poema premiado en el Certamen poético de la Asociación Eleanor Rossevelt