XII ENCUENTRO DE ESCRITORES Y LECTORES

EL PELIGRO DE LEER

(29 y 30 de marzo de 2023 )

 

Este año el Encuentro girará en torno al lema El peligro de leer sobre el que hemos articulado coloquios, ponencias y varios espacios creativos. Nos preguntamos: ¿por qué puede ser peligrosa la lectura? Para ello basta con observar cómo muchas obras han sido censuradas o prohibidas a lo largo de la historia y cómo muchos escritores se han visto obligados a retractarse de lo escrito, se han sentido amenazados o bien han muerto a causa de ello. Del mismo modo, muchos lectores se han tenido también que esconder para leer determinadas obras. Sobrarían los ejemplos.

En cambio, la lectura, tanto de textos literarios como de cualquier otro tipo, estimula y potencia en el lector su conciencia crítica, amplía sus conocimientos y le permite desenvolverse mejor en la vida. Quizá aquí se encuentre la explicación de por qué determinados libros, en distintas épocas y naciones, han sido prohibidos.

El Encuentro, junto a este debate tan interesante, ofrecerá un espacio para la cultura del queso, su historia e importancia, con una degustación para conocer sus características. El queso también ha sido protagonista de algunos libros.

Por supuesto, no faltará un encuentro creativo con todos aquellos que han participado en nuestros concursos de poesía provocativa y nanorrelatos provocadores. Tendremos ocasión también de escuchar o de ver teatralizados algunos poemas prohibidos a lo largo de la historia de la literatura o que, por su contenido, resultaron polémicos o desestabilizadores.

PROGRAMA

Miércoles, 29 de marzo, 19:30 h.

  • Apertura del Encuentro:presentación y audiovisual
  • Versos peligrosos. Intervienen: José Pons y Elena Peralta
  • Historia peligrosa de la literatura por José Guadalajara
  • Concurso de poesía provocadora
  • Cultura del queso: historia y cata. Interviene: Juan Font
  • Entrega de premios
  • Versos ilustrados (dramatización) por Luis San José

Cristina, representante de la Sociedad Cooperativa Covibar
José Guadalajara, presidente de la Asociación Escritores en Rivas
VERSOS PELIGROSOS
Elena Peralta
José Pons
Historia peligrosa de la Literatura, con José Guadalajara
Cultura del queso: historia y cata, con Juan Font
Miriam de los Ríos, ganadora del Segundo Premio de Poesía Provocadora
Daniel Musteles, finalista del concurso de Poesía Provocadora
Urko Santxez, finalista del concurso de Poesía Provocadora
Cristina Gallardo, representando a Marisa Bello, ganadora del Primer Premio de Poesía Provocadora
VERSOS ILUSTRADOS (Dramatización) por Luis San José
Cata de quesos y vino español

PROGRAMA

Jueves, 30 de marzo, 19:30 h.

  • Audiovisual
  • La voz a oscuras, por José Luis Morante
  • Concurso de nanorrelatos provocadores
  • Coloquio: ¿Cómo influye la lectura en la sociedad? Por Sayago Langa, Ricardo Virtanen y Raúl Alelú-Paz
  • Entrega de premios
  • Clausura

Juan Font, presentador del XII Encuentro
LA VOZ A OSCURAS, por José Luis Morante
Iván Moratilla (Primer Premio), Roberto García (Segundo Premio) y Ángel Sáiz (Finalista junto a Silvia Asensio) Concurso de Nanorrelatos Provocadores
COLOQUIO: ¿Cómo influye la lectura en la sociedad?
Ricardo Virtanen, Sayago Langa y Raúl Alelú-Paz

Escritor: Mitos y Leyendas

Sección de la revista COVIBAR en la que los miembros de Escritores en Rivas colaboran cada mes con sus escritos de literatura, arte, historia, ciencia y sociedad. El búho, como muchos escritores, es ave silenciosa que caza en la oscuridad. https://www.covibar.es/  Mes marzo 2023 nº 314  Página: 30

ESCRITOR: MITOS Y LEYENDAS

por Miguel Arenas Martín

«¿Tú has escrito una novela?». Eso me preguntaron, con frecuencia, tras publicar mi primer libro. Esa cuestión admitiría muchas interpretaciones y todas tendrían que ver con el título de este artículo. En mi caso personal, lo más probable es que expresase sorpresa e incredulidad ante tan drástico cambio de actividad tras mi jubilación. Pero no quiero hablar de mí, sino de ese cada vez más ingente colectivo al que me atrevo a decir que pertenezco. La cuestión existencial a plantear es ¿qué es realmente un escritor?

Para una persona madura y con la imagen de Paco Umbral o Cela en la cabeza, el escritor debería ser una persona referente para una sociedad, culta, protestona, maleducada y obsesionada por hablar de su libro. Para un miembro de la «generación Z», que solo obedece a lo que dicen los influencers, un escritor sería, probablemente, algo en proceso de extinción. Unas palabras escritas con tinta sobre el blanco y negro de un papel, y que necesitan agruparse en varias frases para describir un hecho, no podrían transmitir, según ellos, la fuerza de un video con imágenes retocadas y acompañadas de frases estereotipadas, bailes y performances. Si le preguntáramos a un economista, él diría que un escritor es alguien que vive de vender muchos libros. Para un inspector de Hacienda sería alguien que paga muchos impuestos por sus regalías. Si me atuviera a los requisitos que me pidieron para afiliarme a una afamada asociación, bastaría con tener un libro publicado con su ISBN correspondiente. El escritor tiene un binomio inseparable que es su lector. No osaré cuantificar el número mínimo de lectores que se necesitarían para ganarse el derecho a ser llamado escritor. Tampoco hablaré como requisito obligatorio el respetar y dominar las normas ortográficas, sintácticas o de estilo. Así podríamos seguir hasta agotarnos buscando respuestas plausibles a esta pregunta.

Gracias a las nuevas tecnologías y a la autopublicación, la escritura se ha popularizado. Antes solo se podía publicar a través de la llamada edición tradicional con editoriales. Eso cerraba el paso a quienes no tuvieran los medios para llegar hasta ellas. ¿Nos obliga esta globalización a establecer una nueva definición de la escritura, acorde a los nuevos tiempos, y que huya de cualquier mito o leyenda previos? Esta cuestión, sobre todo, preocuparía a aquellos que estuvieran interesados en mantener el estatus, como élite, de los escritores tradicionales. Para ser médico o abogado, por ejemplo, se piden varios años de estudio y titulaciones acordes a la materia; ¿sería justo y necesario pedir eso mismo a un escritor?

Para no seguir haciendo amigos o enemigos entre mis colegas, concluiré recurriendo al sanctasanctórum de la RAE y transcribiré las acepciones reconocidas para la palabra escritor[1]:

  1. Persona que escribe.
  2. Autor de obras escritas o impresas.

A veces en la vida hay que evitar añadir más entropía[2] al caos que nos circunda. Quedémonos con estas definiciones y que sea la inexorable autoridad de los lectores, actuales o futuros, la que dicte sentencia.

[1]     Diccionario de la lengua española, actualización 2022

[2]    Magnitud termodinámica que mide la parte de la energía no utilizable para realizar trabajo.

 

MIGUEL ARENAS MARTÍN es licenciado en Ciencias Físicas y escritor. Autor de los libros Doble vida en el laberinto, La realidad que el espejo esconde, Culpa de sangre, Una verdad de papel, entre otros.

http://www.nosoyundinosaurio.es

Los amigos de mi marido no me leen

EN LÍNEA RECTA: columna con artículos de opinión de la Asociación Escritores en Rivas, en la revista digital RIVAS ACTUAL

https://www.rivasactual.com/los-amigos-de-mi-marido-no-me-leen/

LOS AMIGOS DE MI MARIDO NO ME LEEN

por Cristina Gallardo

Mi marido es ingeniero. Sus amigos también. Todos tienen costumbre de leer, pero ni novelas, ni poesía, solo libros «de utilidad», o sea, de tecnología –me dice que novelas de Tom Clancy o de ciencia-ficción también, pero yo le observo con total indiferencia por encima de mis gafas.

Cuando le acuso de que ninguno ha mostrado nunca interés por mis novelas –su vida va demasiado rápido para considerarlo siquiera–, él me acusa a mí de no sentir curiosidad por nada que tenga que ver con la tecnología. ¡Qué le voy a hacer, ese mundo me viene al menos dos tallas grande!

Aunque tiene razón. A veces necesito que se detenga el tiempo, paladearlo mientras me adentro en las historias que brotan de las páginas de los libros viejos que no permito que acumulen polvo en mi estantería.

Evidentemente, ninguno de los dos puede decidir qué es más importante para el desarrollo del género humano; aun así, y tras un breve instante de vacilación, le contesto que la tecnología es evolución, pero que la literatura forma parte de nuestra cultura, es el legado que recogemos y el testigo que pasaremos cuando hayamos dejado de existir. Ahora es él quien me mira con indiferencia por encima de sus gafas.

Entonces mi mente inquieta se rebela y grita: «La tecnología no muere, solo avanza; por ello no está en riesgo su existencia. Pero si perdemos la capacidad de mostrar empatía por aquello que escribieron otros cuando fueron silenciados o estuvieron cautivos, cuando sintieron temor o vacilaron, cuando nos hicieron cómplices de sus secretos o desnudaron sus almas, se pudrirán nuestras raíces –esas que, por derecho, nos mantienen sujetos a este mundo–, y lo que es peor, acabaremos perdiendo la capacidad de discernir, de opinar, de rebelarnos, de defender nuestros derechos, de levantarnos, de sentir amor. En una palabra, dejaremos de ser seres sintientes.

Es cierto que la tecnología nos facilita la vida e incluso nos acerca a comportamientos más racionales, aunque eso me lleva a preguntarme: ¿Dónde quedarán las conductas irracionales, esas que llenaron cientos de páginas a lo largo de la historia?, ¿en qué mundo cabrán los desequilibrados y los perturbados?, ¿cuántas mujeres silenciadas quedarán en el olvido? –siempre sospeché que Anónimo era nombre de mujer.

Todos sabemos que la tecnología nos ofrece en la nube una recopilación literaria ilimitada, pero yo amo las bibliotecas con ese rancio olor tan característico que solo tiene la historia. ¡Donde hay un bibliotecario, sin duda, se encuentra un alma noble!

Si alguien pudiera analizar de qué está hecho mi ADN, podría ver en su secuencia a Zaratustra, al viejo y el mar, a Juan Salvador Gaviota, a Dorian Grey, a Rebeca, al Quijote y a su fiel escudero Sancho, al tío Vania y a tantos otros.

No tengo la respuesta sobre qué es mejor para la evolución del ser humano, solo sé que sin la literatura yo acabaría perdiendo mi humanidad».

Pero mi boca sensata solo se atrevió a decir: «¿Te apetece otro café?».

CRISTINA GALLARDO. Escritora. Ha publicado las novelas Donde sueñan los almendros, De donde yo vengo… no hay gaviotas y La rebelión de los papamoscas.

https://lamiradademonalisa.com