Arte y Ciencia: una convivencia feliz

EL DESPERTAR DEL BÚHO

Sección de la revista COVIBAR en la que los miembros de Escritores en Rivas colaboran cada mes con sus escritos de literatura, arte, historia, ciencia y sociedad. El búho, como muchos escritores, es ave silenciosa que caza en la oscuridad. https://www.covibar.es/  Mes junio nº 308  Página: 32

ARTE Y CIENCIA: UNA CONVIVENCIA FELIZ

Luis Vega Domingo

Palas Atenea, diosa de las ciencias, discutía con Apolo, dios de las artes: «¿Tú crees que tenemos que elegir entre arte y ciencia?».

«Pues a mí me parece que no es necesario elegir, yo creo que arte y ciencia se superponen en muchos aspectos, comenzando con la noción de que ambas son expresiones del ser humano. Hace poco leí un cuento de… no me acuerdo, pero el libro se titulaba Estrellas que cambian su brillo en el tiempo. Un paseo por los espacios reales más allá de nuestra imaginación. Exponía que la creatividad, racionalidad y el uso de símbolos son parte constitutiva del arte, donde se conjugan asombro, belleza, orden, equilibrio, impacto y sentido».

Entonces a Atenea se le abrió el cielo y, de carrerilla, inició la exposición de su opinión y contó que el arte y la ciencia siempre han sido parte de su vida. Desde sus juegos, y desde lo que ella denomina su «oficina» –una imagen surrealista de una orilla de playa– surgen las formas y colores de sus objetos de estudio que se prolongan hacia otro estado. Un nuevo estado que deja de lado la objetividad y la medición y se rige por otros códigos: las líneas, la geometría y formas de una ilustración, un grabado o los volúmenes de una pieza de cerámica.

 La ilustración científica fue durante muchos años, antes de la invención de la fotografía, la única forma de describir, conocer y difundir los hallazgos de las distintas especies. Sin embargo, a pesar de los avances tecnológicos y nuestra cada vez más enfermiza adicción a la inmediatez, es una disciplina que sigue atrayendo a más y más personas.

Según caminaban, y ante el fervor de su conversación, se fueron uniendo varias deidades y, como no podía ser de otra manera, se inició el turno de los asistentes. Surgieron opiniones diversas, siendo una de las que tomó más fuerza la responsabilidad del actual sistema educativo, que intenta separar lo que, por naturaleza, viene unido: el arte y la ciencia.

Tener que escoger a muy temprana edad el camino «humanista» o el «científico» va encaminándonos hacia un mundo de conocimientos y competencias, pero alejándonos del otro. La creación y la curiosidad son aspectos inherentes en el ser humano, y en la búsqueda de responder a las preguntas que nos surgen no hay una sola respuesta, ni siquiera existe una sola forma de encontrar esas respuestas. La Ciencia y el Arte son solo dos de esas formas.

¿Seríamos capaces de encontrar ciencia en el castillo embrujado, en el bosque sin fin, dentro de la casa de chocolate, en el espejo mágico o en el tallo de judías?

«Sí», contestó Apolo, porque, a través del tradicional Érase una vez…», nos adentramos en conceptos científicos implícitos como, por ejemplo, en algunos de los cuentos más populares: Cenicienta, Caperucita Roja, el Lobo Feroz, Alicia o los cuarenta ladrones…Estos personajes saltan de los libros para contarnos todo acerca de la ciencia, y así poder diseñar multitud de módulos interactivos.

Si nos animamos, montemos una exposición con diez «libros» gigantes organizados alrededor de un bosque lleno de sorpresas donde se puedan explorar y escuchar los cuentos tradicionales. De esta manera, podremos descubrir los secretos del cacao en una fábrica de chocolate, enseñar a un desobediente Pinocho, construir la casa de los tres cerditos y ver si resiste el soplido del lobo, descifrar el código para entrar en la cueva de los cuarenta ladrones o visitar una habitación donde creces y encoges.

LUIS VEGA es ingeniero aeronáutico, escritor y grabador. Presidente de AMAL. Autor de las novelas Cazadores de Sombras y el Asesino de la memoria, entre otras.

www.elsolrevista.com

www.ateosenmadrid.es

 

 

 

Cultura y sociedad: otra vuelta de tuerca

EN LÍNEA RECTA, artículos de opinión de la Asociación Escritores en Rivas en la revista RIVAS ACTUAL. https://www.rivasactual.com/cultura-y-sociedad-otra-vuelta-de-tuerca/

CULTURA Y SOCIEDAD: OTRA VUELTA DE TUERCA

Antonio Daganzo

Antes de que me decidiera a transformarlo en libro, Clásicos a contratiempo fue un espacio, fijo desde 1996 hasta 2008, en la parrilla de programación de la extinta Radio Rivas. Con el cambio de siglo y de milenio lo dirigí y presenté en solitario, y aquella experiencia, la de difundir los tesoros de la música clásica partiendo de un ámbito muy concreto aunque expansivo, el de una joven ciudad en crecimiento con la populosa periferia madrileña por marco, me hizo tomar conciencia, desde muy pronto, de las posibilidades que los comunicadores tenemos para divulgar las conquistas y los valores de la excelencia en la sociedad; dicho de otra manera, de las posibilidades con las que contamos para socializar el conocimiento, lo hermoso y lo excelente. Y desde muy pronto comprendí, pues, que esa tarea de socialización se oponía y se opone a cualquier trasnochada noción recalcitrante de elitismo.

Bajo ninguna circunstancia el elitismo puede convertirse hoy en una suerte de  engreído altavoz desde el cual pontificar acerca del envilecimiento de la cultura de masas. Lo que otrora quizá tuviera visos de legitimidad intelectual, hoy ya no engaña a nadie: no son las masas las que empobrecen el discurso cultural de un país, de un continente, del orbe todo; es el capital o, mejor dicho, lo que decide hacerse con el capital. El prisma bajo el cual lo colocamos. Así, paradójicamente, el agente empobrecedor de la cultura es la desregulación económica rampante que venimos sufriendo desde hace ya largas décadas. Lo que el capital desatado, sirviéndose de las masas, viene llevando a efecto, y está dispuesto a seguir poniendo en práctica, para perpetuar y aumentar sus injusticias, y blindar sus privilegios más aún. La crisis sanitaria que padecemos ha venido a demostrarnos, con crudeza formidable, hasta dónde este modelo pernicioso, basado en el consumo a ultranza, las dinámicas propias de la gran empresa, la competitividad y la falta de empatía con el débil, está dispuesto a llegar en su lucha contra la economía social de mercado, contra los consensos establecidos en torno al estado del bienestar, contra los valores más profundos y perdurables del humanismo; valores, en realidad, tan frágiles si se opta por darlos maquinalmente por sabidos, como las enseñanzas de un libro viejo. Este modelo supranacional es la mayor amenaza a la que se enfrenta la sociedad de hoy, al extremo de poner en riesgo la supervivencia del planeta. Y no resulta casual que los elitistas de hogaño sean los sucesores intelectuales de quienes, ayer, se inhibieron de realizar una crítica seria de la paulatina implantación y desarrollo de dinámicas industriales en todos los órdenes. Desde luego, lamentar una democratización de los placeres, y cifrar en tal circunstancia la justificación de un desmoronamiento colectivo de índole moral e intelectual, es cualquier cosa menos una crítica seria.

Muy al contrario, deberíamos volver la vista al concepto de “industria cultural”, tan hábilmente planteado por la Escuela de Frankfurt en el segundo cuarto del siglo XX, para estudiar sus derivaciones actuales. Porque ello permite entender, de manera inequívoca, cuán fácil resulta hacer dinero, incontable dinero, con productos culturales concebidos para el consumo veloz y el disfrute simple; porque ello nos recuerda un compromiso con la ética más elemental: las personas no están en el mundo para que unos cuantos listillos se enriquezcan obscenamente a su costa. Más allá de la tiranía del consumo a ultranza, amplias capas sociales, con mucha sed de la mejor cultura, están esperando lo hermoso y lo excelente. Por experiencia lo sé.

 

ANTONIO DAGANZO es poeta, narrador, periodista y divulgador cultural y musical. Autor de las novelas La sangre Música y Pasos de centinela, entre otras. Premio de Narrativa «Miguel Delibes»- 2018 por su novela Carrión.

La casa de los siete balcones

EL DESPERTAR DEL BÚHO, sección en la revista COVIBAR en la que los miembros de Escritores en Rivas colaboran cada mes con sus escritos de literatura, arte, historia, ciencia y sociedad. https://www.covibar.es/  Mes mayo nº 307  Página: 29

LA CASA DE LOS SIETE BALCONES

Jesús Jiménez Reinaldo

Escribo estas líneas a finales de marzo, cuando falta un día para el Día del Teatro y pasan dos del fallecimiento de María Fernanda D´Ocón, una de las intérpretes más relevantes de nuestra escena desde su debut en «Lo invisible» de Azorín en 1954. Fue primera actriz durante una década en el Teatro Nacional María Guerrero, donde creó el más inolvidable de sus personajes: la Benina de «Misericordia» de Benito Pérez Galdós, que dirigió en 1972 el añorado José Luis Alonso. Perteneciente a esa clase de actores que anteponían el teatro al cine y la televisión, su carrera tal vez no haya sido de las más populares y quizá también por eso su muerte haya pasado bastante desapercibida para una masa social que desgraciadamente está más pendiente de la guerra en Ucrania, los precios de los combustibles y la carestía de la vida a causa de una inflación galopante.

Si de pequeño la pude ver muchas veces, como tantos otros de mi generación, en aquel programa de Televisión Española, «Estudio 1», que tanto difundió la cultura entre el pueblo, después tuve la fortuna de disfrutarla sobre las tablas en obras en las que sorprendía que aquella mujer, tan pequeña y frágil, cuya cara dramática transmitía por sí misma ternura y determinación infinitas, se pudiera convertir en una intérprete de tanto carisma y tantos recursos.

En el año 2004, conmemorando el centenario del nacimiento de Alejandro Casona, el Centro Cultural de la Villa de Madrid programó una función muy poco representada titulada «La casa de los siete balcones», cuya dirección recayó en Ángel F. Montesinos y cuya protagonista, Genoveva, bordó una vez más nuestra actriz. En ese mundo rural de finales del XIX, del que ya tan poco va quedando mientras se vierte su población en urbes cada vez más insostenibles, se libra una batalla cruel entre la realidad y la fantasía: dinero, ambición, maldad…, se oponen a la ilusión, al amor y a la esperanza que laten en el corazón de Genoveva, la cual no está dispuesta a renunciar al sueño de que su enamorado regrese de América, tal y como le prometió al marcharse hace ya muchos años.

Casona, con esta Genoveva, se suma a la larga tradición de dramaturgos que han tratado el tema de la mujer fiel que se queda a la espera del regreso de su prometido cuando éste marcha, generalmente a América, para hacer fortuna, aunque las más de las veces ya nunca vuelva. Las protagonistas de estos dramas, a veces tratados con cierta distancia e incluso con algo de ironía, reflejan perfectamente el papel que la sociedad otorgaba a aquellas mujeres: destinadas a casarse, sin iniciativa social, sólo podían liberarse del fracaso mediante el matrimonio. Pero, mientras mantuvieran esa esperanza, su vida no habría sido en vano.

Ese dolor y esa esperanza laten también en doña Rosita («Doña Rosita la soltera» de Federico García Lorca), en la señorita Adelaida («La vieja señorita del paraíso» de Antonio Gala), en Dorotea («La bella Dorotea» de Miguel Mihura) y en muchas que no puedo detallar aquí, pero que son muestras de una época ya definitivamente ida y que en el teatro nos llevarían indefectiblemente a recordar a otras grandes actrices como Margarita Xirgu, Mary Carrillo o Maite Blasco.

En la primavera de 2018 visité Besullo, el hermoso pueblo astur en el que nació Casona, y me sorprendió su casa natal, hoy en ruinas, conocida allí como “la casa de los siete balcones”, lo que me pareció y me parece el símbolo de una España que vamos dejando atrás pero a la que le seguimos debiendo respeto y memoria.

 

JESÚS JIMÉNEZ REINALDO, licenciado en Filología Hispánica, poeta y articulista es autor de los libros de poesía La mística del fracaso y Los útiles del alquimista, entre otros.

http://cristalesrotoseneleden.blogspot.com.es/

ARS GRATIA ARTIS

EN LÍNEA RECTA, artículos de opinión de la Asociación Escritores en Rivas en la revista RIVAS ACTUAL. https://www.rivasactual.com/ars-gratia-artis/

ARS GRATIA ARTIS

 Rafael Ubal

El título de este artículo está calcado de una clásica expresión latina que puede ser traducida como el arte por el arte, aunque también se puede traducir e interpretar más libremente como arte puro o arte desinteresado. Resulta ser ésta una expresión bastante rica y compleja en el mundo del arte que ha sido usada como lema por distintos movimientos artísticos.

Con respecto al título que encabeza y contextualiza este escrito, queremos transmitir el siguiente mensaje: Mientras que las artes útiles, en general, tienen como finalidad propia el servir para producir o adquirir otros bienes o servicios distintos a ellas mismas, las artes puras no tienen como finalidad algo subordinado a otra cosa distinta de ellas mismas.

Pues bien, sírvanos esta breve explicación como introducción al desarrollo del tema que queremos exponer y sobre el que, al final, sugeriremos una de las posibles conclusiones a las que, según nuestro criterio, cabrá lógicamente arribar sin menoscabo de aquellos otros corolarios que por sí mismos obtengan quienes sometan este artículo a su consideración. Y ¿cuál es la diana a la que apuntan estos prolegómenos?  A «la Gracia del Arte del Humor». Para dirigir bien los dardos de nuestras reflexiones y no desviarnos demasiado, ante todo, respetemos el diccionario y veamos el significado de las palabras clave que aquí estamos empleando.

La primera palabra a tener en cuenta es la palabra «Gracia». Entre los diferentes sinónimos que esclarecen la significación de este término, aparecen los siguientes vocablos que aquí nos interesa destacar:  humor, gracejo, donaire, chiste, simpatía, cordialidad, afabilidad, soltura, desenvoltura, disposición, favor, don, regalo, absolución…

Tenemos ya un amplio abanico de matices con el que deleitarnos. Permítasenos el atrevimiento casi religioso de acercarnos, desde una mirada laica, al significado bíblico de la palabra «gracia», asociada al concepto de favor o bondad, mayormente cuando no ha sido merecida o ganada, especialmente para los «pecadores» (dediquemos aquí un homenaje a Chiquito de la Calzada), y puntualicemos que la palabra «gracia» se usa como cortesía hacia una persona o hacia el mismo Dios, y en ese concepto hay humildad por parte de quien la recibe y un favor gratuito por parte del dador.

En cuanto a la segunda clave a considerar, la hallamos en la palabra «Arte», acerca de la cual ya hicimos una primera aproximación en la introducción y sobre la que ahora puntualizaremos que el principal aporte del parnasianismo fue contemplar el arte por el arte en sí, no persiguiendo ninguna utilidad sino tan solo expresar la belleza y la perfección del Arte en sí mismo.

Y, por último, la tercera clave nos la brinda aquí la palabra «Humor» (del latín «humor, humoris»), que propiamente significa «líquido, humedad», especialmente el agua, y sobre todo, aquella que rezuma de la tierra (esa tierra que tanto en latín como en español es «humus»). A este propósito deseo recordar también el significado bíblico del agua como fuente de vida, claridad y transparencia. El agua es origen de lo que viene y ha de ser. El agua, en las fuentes bíblicas, tiene un significado muy arraigado con el origen de la vida misma y podemos asociarla a la pureza en el sentido más originario, a esa agua originada en las nieves de las más altas cumbres, que se va filtrando naturalmente a través de la roca, resultando una agua fontanal, una agua manantial, una «Agua de Vida Eterna».

¿Cuál es una de las posibles conclusiones a las que nos conduce «la Gracia del Arte del Humor»?  Que aprender del humor es aprender de la adaptabilidad gozosa del agua. Aporten ustedes otras conclusiones, fruto de su observación y meditación.

RAFAEL UBAL. Psicólogo, risoterapeuta, miembro de la Academia del Humor y Patarca Universal. Autor de los libros ‘El libro de Buen Humor’ y ‘El poético patarca patético’, entre otros. http://www.donantesderisas.org

 

El poder de escribir

EL DESPERTAR DEL BÚHO, sección dedicada a artículos de opinión de la Asociación Escritores en Rivas en la revista Covibar. https://www.covibar.es/  Mes abril nº 306  Página: 34

EL PODER DE ESCRIBIR

Alejandro Romera

Recuerdo un niño de nueve años fantaseando con vivir aventuras junto a piratas y extraterrestres. Recuerdo también a un adolescente viviendo el amor y el desamor como si del último día de su vida se tratara. Quizá también, si hiciera el esfuerzo, podría recordar a un veinteañero con ganas de cambiar el mundo y luchar por las injusticias. O a un hombre ya entrado en la edad madura conociendo el significado de la paternidad desde su óptica más hermosa, pero también la más oscura. Y me pregunto qué habría sido de todas esas personas sin la escritura, sin la necesidad de sentarse frente al ordenador y dar rienda suelta a todo lo que les corría por dentro, sin la calma que les proporcionaba un bolígrafo en sus manos. Me pregunto qué habría sido de ellos sin esa herramienta tan poderosa, sin esa vía de escape.

En estos tiempos en los que la salud mental por fin comienza a ser considerada y respetada, la literatura se abre quizá como uno de los caminos con más potencial para ayudarnos en un proceso que todos recorremos.

Escribir –o leer– es uno de los modos más auténticos que tenemos de calzarnos otros zapatos y obligar a nuestra mente a hacer casi todo el trabajo. Todas las imágenes se construyen en nuestra cabeza a partir de las palabras del autor, no nos las dan hechas, y quizá por eso haya más implicación en un lector que en un espectador en televisión. Y es que, al meternos en otra piel, entendemos la vida y nos entendemos a nosotros mismos. Ya sea como lectores o como escritores, la capacidad de la literatura para abrir nuestra mente es infinita.

No son pocos los autores famosos que sufrieron trastornos mentales de algún tipo. Virginia Wolf acabó suicidándose tras una vida combatiendo la depresión, Ernest Hemingway escogió el camino del alcohol para aliviar sus fantasmas y a Franz Kafka la depresión y la ansiedad social lo acompañaron toda su vida. Son solo tres ejemplos de una larga lista.

¿Cómo influyó la escritura en los procesos que vivieron? ¿Fue una ayuda o más bien una carga? ¿O tal vez las dos cosas? ¿Apareció la escritura como un refugio para poder volar lejos de su realidad y vivir otras vidas?

La salud mental es un tema que está poco a poco dejando de ser un tabú. A nuestro alrededor, lo que antes era oscuridad ahora se plantea de un modo más abierto, y no son pocas las personas que reconocen recibir ayuda de un psicólogo sin ninguna vergüenza, algo impensable hasta hace pocos años cuando asistir a terapia era equivalente a estar loco. La salud mental, uno de los pilares de cualquier persona, va poco a poco tomando la importancia y la naturalidad que merece.

La escritura es una herramienta cada vez más utilizada por los profesionales de la psicología. El poeta Ángel González decía que sus textos son de algún modo resultado de sesiones terapéuticas en las que él es médico y paciente al mismo tiempo. Sea utilizada deliberadamente con fines terapéuticos o no, la escritura tiene un gran poder. Como una forma de entender mejor el mundo, como un grito de desahogo, un medio para hablar con los que no están, con los que no escuchan, como una reivindicación sobre algo que nos remueve o por el simple disfrute de crear.

Miro atrás y no recuerdo cuando empecé a escribir. Llevo haciéndolo desde que tengo uso de razón –quizá antes– y, en cada etapa, la escritura me ha acompañado de un modo u otro. No sé cómo habría discurrido mi vida sin ella. Lo que sé es que, sin duda, hoy sería otra persona.

ALEJANDRO ROMERA, escritor e ingeniero de Telecomunicaciones es autor de los libros de relatos Kichay y Miedos, entre otros.

 

Mito y Literatura

EN LÍNEA RECTA, sección con artículos de opinión de la Asociación Escritores en Rivas en la revista RIVAS ACTUAL. https://www.rivasactual.com/mito-y-literatura/

MITO y LITERATURA

José Pons

 El mito coloca la «palabra» en el origen de todo.

«En el Principio fue el Verbo»: así lo afirma el libro de más de una religión. «Hágase la luz» y «la luz se hizo»… y todo lo demás que el Génesis relata.

No voy a aventurar hipótesis referidas al momento anterior a la creación, porque me creeréis si os digo que yo no estaba allí para poder tener el más mínimo indicio de lo que ocurrió en aquel ¿instante? –¿cómo llamarlo, si el tiempo no existía?

Así pues, no puedo «afirmar»: «El origen fue la palabra».

Sin embargo, sí puedo, mediante un viaje con la imaginación, retroceder a los primeros pasos del ser humano, y, tras observarlo, concluir gracias a la lógica, que el «Verbo» –perdón: la palabra– le es innata.

Sobran mitos que lo «revelen».

Me basta con ver –como estoy haciendo ahora, que he viajado hasta él– a uno de esos seres humanos inmerso en la inefable y sobrecogedora belleza inicial de la naturaleza, pero también pavorosa e incierta, oscura e incógnita, misteriosa y temible, para saber que, de manera instintiva y/o emocional, no podía hacer otra cosa que expresar su asombro o su miedo. ¿Cómo? Mediante la Palabra. Y eso se llama Poesía.

Los puntillosos, a lo que denomino palabra, lo tachan de simple gruñido, pero siempre –arguyo yo– manifestación de queja, lamento, sorpresa, asombro… Y eso, insisto, tiene un nombre: Poesía, en tanto que expresión de sentimientos, emociones, sensaciones.

Y ahora, en mi estancia en ese pasado, le veo contemplar el misterioso crepúsculo o el rumor armonioso de las aguas en el manantial o aterrarse ante la violenta destrucción de la riada; o huir, empavorecido, del estallido del trueno y del fuego del rayo o del animal que lo ataca. Va buscando, ya conmovido por la belleza, ya aterrado por la violencia y lo desconocido, el refugio de sus congéneres para comunicarles su vivencia y reflexionar, cuestionar, responder, intercambiar métodos para conjurar el peligro, buscar soluciones, en evitación de males para el grupo. O para celebrar la belleza.

Ese intercambio de palabras tiene un nombre: diálogo. Teatro.

Y, ahora, ya más sereno, dominada la situación y con la reflexión de lo aprendido, al anochecer, está en torno al fuego, entreteniendo, orgulloso, a los suyos con el relato de sus heroicos actos. Y los que escuchan, sobre todo los más jóvenes, toman buena nota de las proezas, mientras aprenden los peligros de los que hay que apartarse y las situaciones que, por conmovedoras, hay que propiciar y frecuentar.

Y eso también tiene un nombre: relato. Narración.

Como los mitos son para contarlos –que no para creerlos–, yo os cuento mi particular mito:

En el Ser Humano está la Poesía: sentimiento, emoción, sensación.

En el Ser Humano está el Teatro: intercambio mutuo de ideas, soluciones.

En el Ser Humano está la Narración: compartir experiencia. Escuchar. Aprender.

Pero arreciaron convencionalismos, proscripciones, persecuciones, prejuicios, panfletarismos… ¡y el Mercado! e impusieron su ideología estética a la Palabra.

Pero –mi mito insiste– en el principio fue la Poesía, el Teatro, la Narración.

¡Para sentir más!

¡Para dialogar más!

¡Para escuchar más!…

¡Para ser más Humano!

 

JOSÉ PONS es dramaturgo, actor y novelista. Entre sus obras destacan Omo y Crónica de la indiferencia (teatro) y Diario de un superviviente de la crisis (novela).

http://josepons.net

Cuando falla la profecía

EL DESPERTAR DEL BÚHO

Sección en la revista COVIBAR en la que los miembros de Escritores en Rivas colaboran cada mes con sus escritos de literatura, arte, historia, ciencia y sociedad. El búho, como muchos escritores, es ave silenciosa que caza en la oscuridad. https://www.covibar.es/  Mes marzo, nº 305  Página: 34

CUANDO FALLA LA PROFECÍA

Raúl Alelú-Paz

¿Qué hacemos cuando algo que creemos firmemente que va a pasar termina por no pasar? ¿Se han visto en la situación de estar convencidas de algo y la realidad devolverles lo contrario? Ante hechos de este tipo, ¿modificamos nuestras creencias para ajustarlas a lo vivido, a lo experimentado, o decidimos que es lo vivido lo que debe cambiar para ajustarse a nuestras creencias?

Hace más de 65 años, los psicólogos Leon Festinger, Henry Riecken y Stanley Schachter se hicieron esas mismas preguntas, ya que, si lo analizamos detenidamente, tienen importantes implicaciones para nuestra sociedad. Todas realizamos a lo largo del día varias predicciones sobre lo que nos va a ocurrir a continuación, y lo hacemos basándonos en nuestro conocimiento y nuestras creencias que, junto con la gestión de las emociones, determinará nuestra conducta. Entender qué es lo que nos pasa, lo que ocurre, cuando nuestras predicciones son erróneas, nos puede ayudar a entender un poco mejor el funcionamiento de la mente humana. Y también nos ayudaría a comprender mejor al otro, al tercero, cuando toma una decisión que nos parece, a todas luces, absurda.

El libro When Prophecy Fails: A Social and Psychological Study of a Modern Group That Predicted the Destruction of the World, publicado en nuestro idioma con el título Cuando las profecías fallan en la editorial Reediciones Anómalas, profundiza en este aspecto. Los tres psicólogos antes mencionados analizaron lo ocurrido en una secta norteamericana. Sin ser mi intención revelarles el contenido del libro, el cual recomiendo encarecidamente, les diré que los sujetos integrantes de la secta tenían arraigada la creencia de que se iba a producir, en una fecha concreta, una inundación que acabaría con la vida de una gran parte de la población mundial, y que un grupo de elegidos, que no eran otros que ellos mismos, debido a su gran devoción, serían rescatados por un platillo volante. Muchos de los seguidores de la secta abandonaron sus trabajos, sus estudios e incluso a sus familias para seguir a la persona que lideraba el grupo.

No quiero revelarles más del libro en cuestión, pero, a raíz de los descubrimientos del equipo de investigación, Festinger desarrolló el concepto de disonancia cognitiva para hacer referencia a la necesidad que tenemos los seres humanos de que nuestras creencias, actitudes y conductas sean coherentes entre sí, describiendo las manifestaciones psicológicas que aparecían cuando esa coherencia se perdía. Seguro que muchas de ustedes lo han experimentado: ansiedad, angustia, pensamientos recurrentes, etc. Y seguro que muchos de ustedes actuaron de la misma forma en la que lo hicieron los integrantes de la secta cuando comprobaron que su creencia sobre la destrucción del mundo no era correcta.

Les invito a leer el libro y a reflexionar sobre los resultados. Y me comprometo a discutirlos en un próximo articulo donde relacionaremos las experiencias vividas con la aparición de los trastornos psicológicos.

 

RAÚL ALELÚ-PAZ es científico, investigador y autor de los libros La nueva normalidad: Reflexiones para una era post-COVID, Zumo de nube y Neurociencia para Elioth: Un viaje alucinante a través de la última frontera del conocimiento humano.